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2 de enero de 2011

Mírame, pero mírame bien.Observa mi imperfección, esa que me hace tan perfecta, esa que nunca te llegó.
Qué pensabas? Que una vez sola me rendiría? Que me dolería? Pues estás muy equivocado, puede que al principio si pero ahora... ahora me da igual, o mejor dicho, me das igual.
Y no te preocupes, aunque no creo que lo hagas, no  voy a sufrir por ti ni por nadie. Como se suele decir en estos casos he aprendido de mis errores y sé que no volveré a creerme tus cuentos.
¿Te ha quedado claro? Pues eso, ahí te quedas.

Yo seguiré mi camino.

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